Tu biodiversidad. Ni
aunque eso significara tu camaleabilidad para desafiar cada día. Ni aunque no
supieras que cada pieza encaja perfecto pero en singular cada una acarrea una
enfermedad terminal. Ni aunque todo se desmoronara polvo a polvo, vacío a vacío.
Ni aunque se disipe toda la sal del mar
o todas las hojas de los árboles se quemen. Y si desaparecen las abejas o si se
apaga el sol; y si llega un final improvisto. Qué bueno poder acompañarte en
tus últimas primaveras, tus últimas pasadas de hojas, suspiros, la última vez
que la aguja grande del reloj de mano que te regalo tu papá marque las 17:09.
Si no habrás llegado a poblar tu cuerpo de arrugas sería un desperdicio o todo
lo contrario. Quién dice que no existe la vida de dos segundos más placentera
de todas. Qué concepto tenemos del buen vivir, quién lo puede describir al pie
de la letra. Quién tuvo sus “todos buenos
días” toda la vida. Si paso en limpio los míos, sobre el papel blanco
quiero garabatearlos a todos, sin margen de error.
La palabra vida no tiene designación, es un cosmos más, somos polvo de
estrella, somos infinitos y queremos
tener nuestro desenlace anhelado cuando agotamos todas las probabilidades de
buenas oportunidades. Que me vaya de acá habiendo enmarañado a cualquiera que
no me haya hecho reír y recordando el dolor de las pérdidas que me hicieron
ganar más espíritu de vida. Que nunca se haya consumado la aspiración de dar
cada vez pasos más grandes. Y si tuviera el último libro y la última gota de
agua, tener a alguien a quien dárselo antes de despedirme con un beso/punto final.
Y que seas vos.
Now listenin': I don't mind - Imagine Dragons
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