Desangra utopías infinitas
En
cláusulas desorientadas
Rodeadas
de aguas turbulentas
Que
emanan el perfume de tu piel
Mi
sensibilidad, tu elixir
Nuestro
oxímoron
Nuestra
retorcida magnanimidad
Benigna
vergüenza de ser
Invádeme
y luego mátame
En
un instante eterno
Que
dure el parpadeo de un muerto
Y
el soplo de un sólo viento.
Sombra
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