Volvimos
al ruedo, puntada por puntada. Nueva danza. Algo al final siempre queda y los
resultados son evidentes anímicamente. Hablando siempre desde este lado, esta
danza de dedos sigue siendo inmadura, pero sirve. Es negro, lo sé, oscuro,
bruñido y desatento.
No
vine acá por nada, aclaro. Pero cuando llama la necesidad, no me sale de otra
forma que alegóricamente porque esta todo lo no tangible completamente
destruido. Categorizamos los momentos, elegimos las contusiones, la mente que
todo lo transforma. Vengo a lo que vine.
Te
acordás? Pasamos un otoño monogámico, cada uno en su lado de Berlín. No tuve
oportunidad de contarte como fue por acá, quizás porque no quise o porque no te
interesa escucharlo. Te escribo de nuevo porque te explico, lo intente y es un vacío
inexistentemente complejo. Cuando uno retrocede tantas veces en el tiempo la
mente se tilda y de ahí surge la locura (no es el contenido de emociones, como
muchos piensan). No, surge, casi que la vivo. Deci que me desperté justito, al
rojo vivo estaba cuando abrí los ojos de nuevo. Pero lo que importa acá es el
juego, ese previo al otoño que seguro no te acordás.
Igual
nada relacionado, pero no me desperté, es la pequeña mentira que me invento
para hacerme la que se cree humanoide.
Se
suponía que ya estaban todas las cartas sobre la mesa, el juego abierto, la valentía
que requirió y lo logramos, obviamente no gane porque si no vos estarías
contando esta ficción. No te enfurece la gente que no conoce los tiempos
verbales? A mi si, vos los conocías por suerte. Vos tan gris, o era yo que la
depresión me cambia el matiz. Cuando no estábamos muertos y éramos una colosal majestuosidad
yo creí que estábamos a un paso del éxtasis, lo sostenía con la sangre.
Acá
es cuando llega el momento del té, una madrugada de cualquier domingo. Se
transporta la sangre, el oxígeno, se te
nutre el cuerpo hasta que no se nutre más, no se estremece más. Es un momento, diría
punzante, pero más que nada paralizante. Hasta acá el juego, no? Cuando se
termina el regocijo siempre uno sale ganando, el otro perdiendo, se paran los
jugadores, se sacuden la mano creyendo respetar el desempeño del otro y cada
uno se da la espalda. Por dentro ganador y perdedor pueden ser ambos miserables,
pero el que se lleva el laurel, se lleva el júbilo momentáneo. Claro, hasta que
regresa la monotoneidad y cotidianeidad.
Disfrutaste tu laurel? I hope so.
Sé que últimamente renací, soy una ceniza gigante, pero no significa que
deje de ser polvo, escoria. No soy tu fénix ni tu larva. El atrevimiento que quedó
varado en un intento desesperante de serlo, se esfumo, KABOOM! Sigo intentando
en vano una retrucada, un soplo más, una revancha.
Now listenin': Innocence. "It's so beautiful it makes you wanna cry"
No hay comentarios:
Publicar un comentario