Divídeme en dos hemisferios, clóname. Seamos uno de la
puerta para adentro y que nadie nunca sepa. Que una de mis partes no tenga
sensibilidad, y haz con ella lo que se te ocurra. Nunca nadie piensa que está
curado, nunca nadie busca en su interior los diamantes, todos se presumen más
escoria de lo que son. La enfermedad más mortal es creerse sano, por eso no es
sano estar dentro de uno, te autoflagelás. Ojala tomes nota para dejar de ser
tan despótico, tan burgués.
Soltemos atadurías, reconstruirse y ser uno. No me dividas
de nuevo, no quiero almas separadas, quiero un espectro que sea correspondido y
vivir y respirar. Y cuando nada en mi vuelva a vibrar que haya valido todo la
pena, que los de arriba nos esperen con premios por no haber soltado ni un
pelo, por aferrarnos a la eternidad, por haber sido la excepción a todo lo
finito conocido por el hombre. Que no haya puntos finales en este párrafo y que
las incoherencias dichas se vuelvan mi filosofía, que mi salto más grande haya
sido otro más que el que pego a diario al salir de la cama. Saldremos y seremos
lo que aún no descubrimos, lo que no oímos ni vemos, pero está, como la
memoria.
Si tus ojos no quieren experimentar lo que los míos si,
entonces los dejaré libres y que ellos busquen sus propias metas porque no
quiero ser la causa de que restringas el placer que provoca llenarse de triunfos
y derrotas. Te dejo para que vivas lo que yo quiero vivir, para que le pongas
tu enfoque dinámico. Porque se aprende que lo estático es silencio, es
amargura, es estancarse. Te suelto porque cada poro de tu piel suda libertad. Y
quién soy yo para negártela si la deseo tanto como cualquiera.
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