domingo, 14 de septiembre de 2014

No se admiten vidorrias


Tu biodiversidad. Ni aunque eso significara tu camaleabilidad para desafiar cada día. Ni aunque no supieras que cada pieza encaja perfecto pero en singular cada una acarrea una enfermedad terminal. Ni aunque todo se desmoronara polvo a polvo, vacío a vacío. Ni aunque se disipe  toda la sal del mar o todas las hojas de los árboles se quemen. Y si desaparecen las abejas o si se apaga el sol; y si llega un final improvisto. Qué bueno poder acompañarte en tus últimas primaveras, tus últimas pasadas de hojas, suspiros, la última vez que la aguja grande del reloj de mano que te regalo tu papá marque las 17:09. 
Si no habrás llegado a poblar tu cuerpo de arrugas sería un desperdicio o todo lo contrario. Quién dice que no existe la vida de dos segundos más placentera de todas. Qué concepto tenemos del buen vivir, quién lo puede describir al pie de la letra. Quién tuvo sus “todos buenos días” toda la vida. Si paso en limpio los míos, sobre el papel blanco quiero garabatearlos a todos, sin margen de error.
La palabra vida no tiene designación, es un cosmos más, somos polvo de estrella, somos infinitos y queremos tener nuestro desenlace anhelado cuando agotamos todas las probabilidades de buenas oportunidades. Que me vaya de acá habiendo enmarañado a cualquiera que no me haya hecho reír y recordando el dolor de las pérdidas que me hicieron ganar más espíritu de vida. Que nunca se haya consumado la aspiración de dar cada vez pasos más grandes. Y si tuviera el último libro y la última gota de agua, tener a alguien a quien dárselo antes de despedirme con un beso/punto final. Y que seas vos.



Now listenin': I don't mind - Imagine Dragons

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